martes, 9 de mayo de 2017

Naturalmente un manuscrito


"Ya al final de mi vida de pecador, mientras, canoso y decrépito como el mundo, espero el momento de perderme en el abismo..."
Por avatares del destino, cayó en mis manos esta obra que cambió la forma en que la mirada curiosa obligó a mis ojos a leer esta inmensa novela hecha libro. Fueron varias horas, noches y días las que indujeron a caminar sobre las páginas delicadamente escritas en las que cada una de ellas era una clase magistral de suntuosidad, magnificencia y riqueza. Transportándome hacia un universo contemplativo en el que el tiempo se detuvo dentro de las cuartillas que devoraba con impaciencia. Mi imaginación vagaba por aquel lugar lleno de historia y misterio. Mi pensamiento comenzó a vislumbrar la realidad de aquel lugar, y no empecé a tomar en serio ese viaje hasta muchos meses después. No llegué a ver cumplido el ferviente deseo de tocar siquiera los muros descritos en el libro, pero sí pude vislumbrar cuán difícil fue satisfacer al lector más aventajado, haciéndole dudar de la existencia o no, de las calamidades narradas.
Los gruesos muros que vieron los pasajes descritos en el relato dejaron un poso de misterio que me obligaba a adentrarme aún más en sus eternas páginas. Entrelazar la realidad y la ficción era una tarea ardua que requería de un estudio minucioso; como el protagonista. Este hacía sus indagaciones y conjeturaba las pruebas, consiguiendo dar con la verdad terrenal, y, no, divina. Quedé impresionado por la sonoridad de sus líneas, que evocaban a un estadio histórico narrado con esmero y dedicación. La búsqueda de este remoto enclave donde se desarrolló la trama, era el lugar idóneo para perderse y revivir en la imaginación las aventuras descritas en este majestuoso libro. A medida que avanzaba la obra, las voces silenciadas de aquellos monjes y la férrea decisión del investigador, proclive a encontrar cualquier rastro en el lugar menos indicado, hicieron que la obra en sí, tomara un cáriz más cercano al mundo que a la divinidad, y, por consiguiente, a unos hechos perpetrados por la ignominiosa razón de los moradores de la Abadía.
   

miércoles, 1 de marzo de 2017

Igualdad

                               
   
    La igualdad es aquella palabra que no a muchos gusta, pues creen que el sexo contrario va a venir a suplantar lo que a ellos les ha costado tanto esfuerzo conseguir, y que si éstas vienen, los destronarán de sus empleos masculinizados y quedarán como idiotas  pensando que su virtud, la del macho alfa quedará tocada. Pues bien, la buena noticia es que las mujeres tienen todo el derecho del mundo a optar por su cincuenta por ciento del pastel, sea este dulce, agrio o salado. Ya se acabaron los tiempos de la mujer sumisa y escoba de alfombras teñidas de testosterona. Ya se terminaron los tiempos en los que el patio de recreo de la mujer era su propia casa. Ahora viene un tiempo nuevo. Un tiempo en el que las mujeres se impregnen de igualdad y reivindiquen su propia libertad. Feminismo e igualdad son un tejido de la misma textura, y la misma en sí, es un producto del análisis feminista. Por lo tanto, la justicia hacia la mujer debe ser uno de los pilares en que se fundamenten las sociedades. Desde que el mundo es mundo la mujer ha sido relegada al olvido de la incomprensión y escondida en los suburbios de la desesperación. La feminización viene para quedarse y el hombre que no lo acepte, deberá pasar por los mismos estadios históricos por los que ellas ya han pasado, para que sean ellos quienes vean el sufrimiento silencioso que muchas mujeres padecen y también reivindiquen la igualdad. Solo de este modo los hombres, todos, comprenderemos el significado de igualdad en el amplio sentido de la palabra. Unos dirán "hay, que bonito suena esto de la igualdad" pero en el fondo rabian porque la misma reivindicación hace temblar los cimientos desde los que se ha construido la sociedad. Lo vemos en la calle, lo vemos en los bares y lo vemos en la política. La igualdad no tiene que ser una reivindicación, tiene que ser una realidad. Cuando por fin lo sea, ya buscaremos otras reivindicaciones. De momento trabajemos por el cincuenta por ciento que les pertenece.